miércoles, noviembre 27, 2013

Fotomatón desde la mirada de Carlos Reyman Güera


Fotomatón desde la mirada de Carlos Reyman Güera


La poesía de Felipe Zapico es una teoría del vuelo, unas veces alto, otras profundo, incluso cuando es rasante, y aún sin ser dado a las acrobacias, alguna vez se le ha visto ejecutar algún looping. Lo mucho que me gusta a mí la poesía de Zapico nace, entre otras cosas, de mi admiración por su trato directo con las palabras, sin ambages, de la manera más natural para decir lo que hay que decir, tensando el lenguaje hasta su descarga lírica, como un golpe, una vibración, una alarma con todas sus luces parpadeando... y ahí está el poema, qué fácil parece y sin embargo, cuánta maestría.

Ahora que se acercan las fiestas de seguir regalando cosas, los pocos suplementos literarios que quedan harán sus listas de los libros del año. Si yo pudiera participar en alguna elegiría, sin duda, como libro del año: Fotomatón. Lo digo, no sólo y sospechosamente desde la amistad, sino completamente en serio, tan rigurosamente en serio como me es posible. Además, Fotomatón resuelve el enigma de quién era realmente El ladrón de peras, un tal Santos Perandones, quien para borrar cualquier indicio, ha transformado lo sustraído en esas fotografías de inesperado carácter holográfico, hechas de palabras de poemas propios que se confunden con los poemas allí escritos, un deslindamiento que lleva a un poema de hibridación único. Hacía falta robar las peras para convertirlas en dones (Pera n dones). 
Resuelto el misterio aviso de que el lunes vuelvo a hablar de Zapico, se presenta Cosas, su primer poemario y ninguno queremos perdérnoslo.
 

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