El
chófer
de
la cunda
recorre
la plaza
buscando
pasajeros
a
esta
hora
la
cosa
está chunga.
Llama
a uno desde el otro semáforo
ofreciéndole
una plaza
a
la
muerte
con
sus guantes
de
cuero
con
los dedos recortados
los
guantes
que
se
calzaba su padre
los
domingos
sin
guardar
para
llevar
a
la
familia
más
allá
de
los poblados
cerca
del río.
El
chofer de la cunda
mira
nervioso
necesita
dos
pasajeros más
para
su
ración
de
olvido
a
cámara
lenta.
¿Quién
heredará los guantes?
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