En
el supermercado he coincido en varias ocasiones con bomberos que van con su
carrito para hacer la compra de las vituallas para hacer sus ricas (dicen)
comiditas. Lo que nunca había visto hasta hoy es que a la puerta habían dejado
aparcado, el camión que lleva la escalera desplegable, igual, igual que la que
me regaló la prima Pili en mi infancia, tan rojo, enorme e importante como
aquel. ¿Es necesario ir en camión a por el arroz a menos de 500 metros del
parque de bomberos?
En
otro desorden de cosas en todas mis ciudades, ya sean provinciales o
miniprovinciales, asaltan los escenarios los nauseabundos Hombres G, ese grupo
purulento de los 80, en un continuo autorevival que lleva a pijas (madres, hijas y
nietas) a saltar como tontas escuchando las melodías facilonas de los nenes de
papá.
En fin que como hablaba el otro día con alguien, ten cuidado cuando
hables de música de los 80, para la inmensa mayoría eso quiere decir Hombres G
y Mecano, estás avisado.
Siempre
al margen, pues bien, aquí me quedo.
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